El jardín de San Francisco nace sobre los restos arqueológicos del antiguo convento homónimo originario del siglo XVII, con la intención de evocar tanto la memoria histórica del edificio como de los huertos y jardines que lo rodeaban y devolverle la dignidad al lugar, al tiempo que convirtiéndolo en un lugar de encuentro, solaz y esparcimiento, recuperando un espacio vivo para la comunidad.
Los antiguos muros del convento se han recrecido con los propios sillares, lápidas, baldosas y tejas reciclados del edificio que se han encontrado durante la excavación, y que se han convertido simultáneamente en asientos para el jardín.
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